Y llegó esta visita inesperada.
Traté de cerrar la puerta,
pero entró por la ventana,
por las rendijas,
se caló en los huesos,
en las
miradas,
trepó entre medio de los abrazos
y finalmente se rindió...
Abandono la
intrusión dejando su pata metida,
su cola y sus garras.
Yo no quería abrir la puerta...
juro que no quería.
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