Padre mío,
Nada se interpone entre tu amor y mi
alma.
Tus ojos me acompañan en cada
amanecer.
Un amanecer tan sombrío,
como aquel día
hace ya 5 años,
que te separo de este terrenal y mezquino
mundo.
Podría decir que la perdida,
devastadora,
aun duele como el primer día, así
como dolerá el ultimo.
Solo queda acurrucarme en tus sueños
y esperar por el pedazo de poesía,
que entonado en tus palabras,
mece como el viento las nubes.
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