A mi Peri querido:
No podría negar que a 15 años de tu partida aun
duele, como si fuera una pequeña herida que al volver a mirar sangra.
He
recorrido un largo camino y he aprendido tanto, pequeñas cosas, detalles,
formas, métodos, técnicas. Todo este aprendizaje me acerca más a ti. Este
aprendizaje me hace feliz y recordé que tuve un sueño.
Tuve
un sueño, soñé con olas, mar, gaviotas, arena y rocas. En cada ola que se
alejaba se iba un poco de dolor y al final del atardecer, entre nubes
anaranjadas, me sentaba a esperar la noche.
Fueron
largos años de esperar. Hasta que apareciste en mi sueño y me susurraste que ya
podía nadar sola y cruzar hasta otra
orilla, que en esa orilla habían olas, rocas, arena, luz y gaviotas. Hay tantas
gaviotas, dijiste, que no alcanzaras a contarlas.
Siempre
me salvaste, me salvaste de la inconciencia, de la monotonía, del dolor, me
diste esperanzas y alas para volar, me diste 6 hijos y una golondrina para no olvidar tu esencia y a cada uno le
legaste un don.
Ahora
puedo decir que soy feliz, con esa felicidad que se construye cada día y que se rescata de los sueños construidos, de
los que perduran y de los que se desvanecen.
Agradezco
infinitamente la vida que me regalaste,
te libero de toda responsabilidad y solo te pido que no olvides esperarme, con
esa ilusión me levanto cada día y cierro mis ojos cada noche.
Un
beso, de esos que te roban el alma .