RINGANGLETE
Alex Tan, su hermana, cuñado y dos
primos, habían llegado a Iquique desde Taiwán, para conquistar el mercado
latino y florecer en el desierto.
Con sus ojos rasgados, suaves modales
y agilidad mental, aprendió el español chapurreado que hablan los extranjeros,
ante la necesidad de comunicarse rápidamente con estos chilenos, desordenados,
a fin de lograr su objetivo y
convertirse en un importador.
Venían del distrito de Datong en la
capital, Taipéi, allí trabajaba en una pequeña tienda, donde aprendió lo
necesario, y tras escuchar las conversaciones de su jefe con sus paisanos
comerciantes, sobre convertirse en importador en este puerto, decidió vender
sus escasas posesiones y emigrar a estos desérticos parajes, a cumplir los
sueños propios y los de su familia.
A mi padre, le presentaron a Alex
apenas este bajo del avión, y se convirtió en su consejero y amigo por muchos
años. Lo acompaño es un titanesca tarea de convertirse en importador, con más
ganas que dólares, “yo necesito mucho dinelo, pala educal a mi familia, don jame”. Jaime, era el nombre de mi padre, conocido
como el chino Carvajal, por sus pequeños
ojitos achinados, de color verde grisáceos. “Mi familia es muy poble, y
somos muchos, todos apoltalon para este viaje y yo debo tlabajal pala ellos”, “la Zofli es el lugal donde está el dinelo”
dijo Alex, y así fue, como mi padre, se sumo a
los sueños de este esmirriado taiwanés.
Mi mamá llamaba a mi papá “Ringlete” (Persona inquieta y ligera./ Persona callejera.) http://www.acanomas.com/Diccionario-Espanol/123968/RINGLETE.htm,
por lo ajetreado de su día a día, se desempeñaba como contador y tramitador en zofri, por lo que
siempre estaba en la calle realizando trámites para sus clientes. Sus años de administrativo en la compañía industrial,
habían pasado a ser un recuerdo, desde aquel 11 de septiembre, mi padre se vio
obligado a cambiar el rumbo de su vida y el de su familia.
-La vieja ballenera ya no escucharía más nuestras risas, no resguardaría nuestros
sueños o nuestras interminables vacaciones playeras, cuatro vidas que cambiaron
violentamente tras los sueños de un
general.-
Don Jame o ringanglete, como le
llamaba Alex, pertenecía a esa generación del compadrazgo, aclaro, no de la
coima., de ese peculiar sentido de comportarse para recabar información, apurar
un trámite, pedir un expediente. No había trámite que don Jaime no hiciera o
dejara de hacer para lograr un buen resultado. Era un tipo educado, atento,
servicial, buen conversador y por sobre todo observador.
Alex y mi padre congeniaron desde un
principio, debe ser que los unía esa tarea quijotesca de convertir los molinos
en sueños verdaderos. Fue así que el taiwanés, llego a tener tres galpones, módulos
de venta, vendedores en terreno, casa, autos, y muchos parientes llegando a
disfrutar de las bondades de esta tierra nortina.
Todo iba viento en popa, no podía ser
mejor, hasta el año 1982, la noche de esa fatídica noticia en cadena nacional,
donde el general y sus chicagos boys,
reconocieron que el país estaba en quiebra y el dólar se disparo a las nubes.
Manteniendo el dólar fijo entre 1978 hasta 1982
produjo la quiebra
generalizada de la banca, la cual se encontraba sobre endeudada. El modelo de
economía de mercado no fue jamás cuestionado por las autoridades y las medidas
de emergencia fueron transitorias.
Así fue que el sueño de Alex también
comenzó a tambalear, sus galpones atiborrados de mercadería no resistieron el
alza del dólar, de los aranceles para los importadores, las deudas contraídas, préstamos, cartas de crédito,
etc. Terminaron por sepultar a este asiático. Vendió dos de sus galpones, devolvió
a china a sus parientes y quedo
disminuido, tratando de levantar a fuerza de empeño su pequeño imperio
oriental.
No tardo en olfatear un mejor territorio
para conquistar, así es que empezó a viajar constantemente entre las zonas
francas de Paraguay y Brasil a fin de
estudiar el mercado y diversificar su inversión en puerto más seguro.
Fue en unos de sus últimos viajes
a Paraguay que invito a mi padre. El
motivo de la invitación no solo era de placer, sino también para que mi padre
le diera su opinión sobre el mercado y las posibilidades de asentarse
definitivamente por esos lares.
Mi padre se fue con la ilusión de encontrar
también, algún negocio propicio para él y su familia. El problema radico en que
a mi madre nunca le contó del viaje hasta última hora, por lo que pensábamos que iba por un par de días, que se
prolongaron a 2 semanas.
Cuando volvieron de su aventura, nosotros recibimos ansiosos los regalos y los discos de arpas guaraníes
que con tanto afecto traía Alex para mi madre, pasaron a ser la tortura de mi
padre por años, cada vez que mi madre los veía, recordaba aquel ingrato
episodio para ella, por lo que decidimos con mis hermanos sepultar los discos
en la memoria y en el basurero.
Mi madre reto al chino Alex como a niño chico, y el solo decía “peldone señola Cecilia, no es pol culpa mía,
pelo su malido, don Jame, es un ringanglete”.
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