Con cierto aire de irreverencia
descolocando los atuendos
busco la mirada aprobadora
de la callejuela silenciosa.
Nada tenia de oscuro
sus ojos alumbraban y centelleaban
como dos estrellas perdidas,
sus manos derramaban perdones
de años construidas,
y de sus hombros colgaban cadenas
que a rato crujían.
Irreverente entro a la vida
descansando de si mismo
en que la otra mitad suya
tendía trampas a los niños.
descolocando los atuendos
busco la mirada aprobadora
de la callejuela silenciosa.
Nada tenia de oscuro
sus ojos alumbraban y centelleaban
como dos estrellas perdidas,
sus manos derramaban perdones
de años construidas,
y de sus hombros colgaban cadenas
que a rato crujían.
Irreverente entro a la vida
descansando de si mismo
en que la otra mitad suya
tendía trampas a los niños.
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