De noviembre en noviembre
se dejaba llevar por la
marea,
lamia con gozo las nobles
estacas de la vida
y rozaba la ola su tardía
memoria.
Dejaba cubierta de espuma
su dolorosa agonía
nada era ya.
Se olvidaba de la vida y renacía
cada mañana en la memoria
taciturna de las aves.
Dibujando en su alma tristezas
del mediodía.
¿Dónde dejamos el amor?
¿Qué será de tu alma sin mi
dulce melodía?
¿Dónde comenzó el olvido?
¿Qué será de mi gozo sin tu
compañía?
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